En el 2013 - curiosos por
resolver distintas problemáticas en nuestro país - 3 jóvenes universitarios nos reunimos para
construir nuestra primera empresa.
No
teníamos idea de negocios. Tampoco de café.
La idea que teníamos era
simple: crear una empresa social de café que impulsara la inclusión laboral de personas en
riesgo de
exclusión (personas con discapacidad, chavos en situación de calle, comunidades indígenas,
familias caficultoras, etc.).
Veníamos de ganar un concurso de negocios organizado por la Secretaría de Economía a nivel
nacional donde hubo miles de participantes. Esto había permitido que Feher Consulting (una de
las consultorías más importantes del país que tiene entre sus clientes a Cielito Querido Café,
Sushi Itto, Maison Kayser y Fisher's) nos seleccionara para ser parte de su programa de
incubación de negocios.
Pero seguía habiendo un gran problema.
Queríamos dedicarnos al café y no teníamos conocimiento acerca del grano.
En nuestro primer evento de café en Puebla (La Cumbre Latinoamericana del Café), buscando
proveedores de todos los rincones del país, intentábamos conseguir, como la mayor parte de
los comerciantes, la mejor calidad al mejor precio (con el tiempo nos dimos cuenta que esto
significa pagar al caficultor – generalmente – por debajo de los costos de producción o con
una ganancia mínima que no refleja la labor anual que implica la cosecha del café).
La realidad era
clara. No teníamos idea de
cómo distinguir los cafés ni entendíamos las diferencias de precios incluso después de
probar uno tras otro.
Todos nos sabían
prácticamente igual.
Aprendimos, con la
experiencia, que
esto se debe a que en México nos acostumbramos desde hace decenas de años a quemar el café
para
cubrir los defectos del grano (hongos, problemas de fermentación, plagas, humedad, etc.) y
que
básicamente la gran mayoría de las empresas de café realizan este tipo de prácticas ya que
la
mejor calidad se destina a la exportación.
Curiosamente, camino a
la
salida de este primer
evento de café, vimos al fondo un stand – oculto entre las multitudes – que resaltaba por
sus
métodos de preparación (herramientas de extracción de café que recuerdan a instrumentos de
química y que, lejos de atraer al consumidor de café, a veces lo repelen).
Nos acercamos y
nos
sorprendimos de inmediato.
Nos recibieron con un
café con notas a durazno. No era un café
quemado.
Era la primera vez en
22 años que probábamos un café como esos. Los aromas eran delicados y sutiles. El cuerpo era
sedoso sin sedimentos y tenía una acidez brillante que generalmente se pierde en cualquier
café mexicano.
También tenía sabores
florales y estaba preparado en un Chemex (uno de los métodos de extracción más famosos de
café).
El café había
sido tostado por el Campeón Nacional de Catación – Julián Rivera – uno de los mejores
catadores
mexicanos de café.
El misterio se hacía
más grande, ahora descubríamos que existían
competencias
de café, catadores profesionales de café y que existían calidades del grano que resaltaban
sabores y aromas que casi no eran conocidos por el consumidor de café promedio.
En un instante,
pasamos de la desilusión de probar cafés quemados por horas en el evento sin saber
distinguir la diferencia entre todos ellos, al encanto de saber al instante que nos
dedicaríamos a esta calidad de café: el café de especialidad (que representa alrededor del
3%-5% de la producción mundial de café).
La más alta calidad
de café también tiene un impacto directo en la vida de los caficultores quienes reciben
generalmente de 2 a 10 veces más de lo que recibirían en un mercado estructurado por las
Bolsas de Valores.
Curiosamente, el
taller de
café de Julián estaba a 5
minutos de nuestro principal centro de trabajo en la CDMX.
El viento estaba a
nuestro favor. Y
con él aprendimos de una manera incomparable.
Supimos de
inmediato que
en El Café de los
Sentidos, ofreceríamos los mejores cafés de México.
Nos mantuvimos
trabajando sobre los pilares de la empresa, asistiendo a Expos y eventos relacionados con el
café y con empresas sociales hasta que, en el 2015, Luz María Osuna – Presidente de La
Cumbre Latinoamericana del Café – nos invitó a constituir Grupo Coexme, A.C.
Con dicha organización
apoyamos (junto a Camino Abierto, I.A.P) en 2018 con más de 7 millones de pesos a +300
caficultores en Chiapas para desarrollar cafés de especialidad.
En 2016, decidimos
participar por primera y única ocasión hasta el momento, en el Premio Sabor de Expo Café.
Nuestro café proveniente de Santa María Yucuhiti, Oaxaca fue reconocido como 1 de los 6
mejores cafés tostados mexicanos.
También en este año la
Secretaría de Economía nos reconoció como una Empresa de Alto Impacto.
En 2017, ofrecimos una
micro-consultoría a Carlos García Campillo – caficultor poblano – para desarrollar un
proceso de café que desconocía en aquel momento (red honey). Dicho café obtuvo, en su primer
experimento, una Medalla de Oro en un concurso organizado por la Agence pour la Valorisation
des Produits Agricoles (AVPA) en París.
En 2018, con un nuevo
apoyo de la Secretaría de Economía, inauguramos nuestra primera cafetería de especialidad en
Coyoacán en la CDMX.
Las suscripciones de
café que desarrollamos en mayo de 2021, son el reflejo de nuestro camino en el maravilloso
mundo del café.
En la Suscripción de
Aficionado recibirás, a lo largo del año, 36 distintos cafés de calidad gourmet con tuestes
obscuros (que reflejan generalmente sabores
más 'fuertes' y achocolatados) seleccionados artesanalmente para que los disfrutes como más
te gusta.
En nuestra Suscripción
de Especialidad recibirás exclusivamente a lo largo del año una selección de 48 de los
mejores cafés de
especialidad mexicanos (la calidad más alta de café) desarrollados por los mejores
catadores, tostadores y caficultores mexicanos.